Por César Mata García / PhD, Consultor Legal y Profesor universitario
Inicia el 2020 y la pregunta se repite ¿se va a reactivar la industria de los hidrocarburos en Venezuela? La necesidad de obtener respuesta a esta pregunta continúa generando incertidumbre y ansiedad entre los inversionistas dentro y fuera del país, mientras la producción petrolera de Venezuela padece de altibajos y requiere de considerables sumas de dinero. Esta situación se ha traducido en múltiples preocupaciones –internas y externas– entre las distintas disciplinas profesionales y sectores económicos que hacen vida alrededor de dicha actividad comercial.
Preliminarmente es importante aclarar que cuando se habla de la recuperación de la industria de los hidrocarburos en Venezuela, no solo se debe hablar de las actividades de exploración y producción (i.e., aumentar la producción), sino también de incentivar las actividades de refinación, petroquímica y comercio exterior e interno. Lo anterior con especial énfasis a la industrialización de los hidrocarburos en Venezuela, ya que la misma es una tarea que está pendiente desde hace mucho tiempo y podría ser una fuente valiosa de ingreso de divisas y generación de empleo.
Igualmente debe entenderse que PDVSA, no obstante, es parte importante de la industria de los hidrocarburos en Venezuela, no es la industria petrolera en su totalidad. Por el contrario, la industria también está conformada por inversionistas (nacionales y extranjeros), gremios, universidades y profesionales, entre otros, los cuales deben coordinar, desarrollar y coexistir con planes “sensatos” que permitan una pronta reactivación del sector en referencia.
Por otra parte, adicional a la argumentada y debilitada seguridad jurídica existente y a la creciente falta de inversión, el negocio de los hidrocarburos continúa padeciendo de aspectos derivados de la inarmónica coexistencia entre la trinidad de roles del Estado en dicha industria: Estado Propietario-Legislador, Estado Regulador-Administrador y Estado Empresario-Socio. Pues existe –en la actualidad– un constante solapamiento de funciones entre ellos, y, por ende, una considerable lista de consecuencias jurídicas y contractuales que afectan considerablemente al negocio en general.
En la práctica, la industria de los hidrocarburos en Venezuela continúa presentando considerables inconvenientes técnicos que no solo afectan (el aumento de) la producción de crudo, sino también el resto de las actividades de que conforman la cadena de valor de dicho sector y, por ende, la recuperación integral de la industria de los hidrocarburos en Venezuela. Por ejemplo, se encuentran aspectos de infraestructura y logística, financieros y empresariales, contractuales, protección de la tecnología, gerencia y negocio; fuerza laboral y fuga de talentos, seguridad y protección física del personal e instalaciones de las empresas, así como de promoción efectiva de la participación y capital nacional. Es oportuno señalar que se han elaborado –en varios sectores y escenarios– planes para la recuperación de la industria de los hidrocarburos que van desde propuestas al corto, mediano y largo plazo.
Basado en lo anterior, también es oportuno invitar a reflexionar sobre los actuales excesos de regulación de la industria de los hidrocarburos, ya que el efecto inmediato es la ineludible desregulación que debe realizarse para promover e incentivar efectivamente la inversión privada en dicha área.
Este momento histórico que está viviendo la industria petrolera y gasífera venezolana se requiere pasar a otro nivel que implique no solo la participación activa y descentralizada del sector público, sino también la del sector privado (nacional y extranjero) en términos de financiamiento, tecnología y profesionales especializados, entre otros aspectos.
Como reflexión final hay que señalar que el principal problema de la industria petrolera y gasífera venezolana reposa esencialmente en aspectos humanos que se subsanan con la toma de las decisiones necesarias para reactivar dicho sector económico. En otras palabras, más que un problema netamente jurídico y/o técnico, el negocio enfrenta consecuencias –de varias naturalezas– por falta de la voluntad necesaria para tomar las decisiones oportunas y correctas. La seguridad jurídica no solo deriva de las leyes, sino también de la credibilidad construida entre todos los actores responsables de la industria de los hidrocarburos en Venezuela. En fin, en el mundo de los seres humanos, la inteligencia y la comunicación son dos virtudes que contribuyen, o afectan, el desarrollo sostenible de una sociedad.
PUBLICADO: 09 de febrero de 2020