Por Rafael Ramírez Carreño / Ex ministro de Petróleo de Venezuela y ex presidente de PDVSA
La ruina y destrucción de PDVSA ha sido uno de los mayores crímenes del gobierno de Maduro en contra del país. Al colapso de la empresa ha seguido la entrega de la política de Plena Soberanía Petrolera, y el subsecuente colapso de la economía nacional así como la prestación de servicios fundamentales como el suministro de gasolina, diésel y gas.
Lo que tenemos hoy día son las ruinas de lo que hasta el 2014 fue la quinta empresa petrolera más importante del mundo, una poderosa corporación petrolera nacional, única en el mundo, por sus capacidades técnicas, humanas y su compromiso con el desarrollo nacional y social del país.
Se dice fácil y hoy día parece todo tan lejano, pero fueron más de 12 años de trabajo ininterrumpido, entre 2002 y 2014, de miles de hombres y mujeres, venezolanos y venezolanas, que rescatamos a la empresa del absurdo sabotaje petrolero del 2002-2003 y que, luego de restablecer todas sus capacidades operativas, fuimos capaces , no sólo de explotar y desarrollar nuestros recursos naturales, petróleo y gas, para ponerlos a favor de todo el país, sino que la Nueva PDVSA se convirtió en un verdadero instrumento de liberación de nuestro pueblo y una herramienta efectiva para el ejercicio de nuestra Plena Soberanía Petrolera.
Dijo el presidente Chávez, desde Amuay, en agosto de 2012, en el fragor de la batalla de nuestros trabajadores en defensa de la industria, que en PDVSA “se respiraba patria”.
Cuando yo he hablado y hablo de PDVSA, cuando la he defendido en solitario, cuando he advertido los peligros de su mala gestión y he denunciado lo que ahora han hecho con ella, lo he hecho por mi profundo conocimiento de la industria y sus trabajadores, obtenidos durante más de 12 años al frente del Ministerio de Petróleo y 10 años como presidente de la empresa, gracias a la confianza con la que me honró el presidente Chávez.
Esos fueron años de trabajo incansable, de fragua, de victorias, de impulso revolucionario, de profundas transformaciones políticas, económicas y sociales del país, en las que PDVSA tuvo un rol estelar, era la nave insignia de la Patria, tenía el aval y reconocimiento del comandante Chávez y de todo el pueblo.
Siempre he sostenido, incluso cuando era presidente del Ente Nacional del Gas (Enagas) y miembro de la Junta Directiva de PDVSA en los azarosos momentos del golpe de Estado de 2002, como siempre se lo dije al Comandante Chávez desde mis inicios como ministro de Petróleo y como luego lo hemos podido comprobar durante todos estos años: todo lo que ha pasado en el país desde principios del siglo XX, lo que pasa ahora y lo que suceda en este siglo XXI, está y estará signado por el petróleo, por nuestras capacidades nacionales y soberanas en el manejo de un recurso natural, extraordinariamente importante para la economía mundial y definitivo para las posibilidades de desarrollo de nuestro país, su independencia y las posibilidades de superar el modelo económico dependiente impuesto por los intereses transnacionales en el país con el advenimiento del petróleo.
Es por ello que todo lo relacionado al petróleo y PDVSA ha sido objeto de la diatriba política, el centro de la confrontación por el poder en el país, el factor fundamental, definitorio, del tipo de país, de la sociedad que tendremos.
Yo reivindico, y siempre lo haré, nuestra gestión al frente del sector petrolero y PDVSA durante el periodo de gobierno del presidente Chávez. Él siempre lo hizo, lo declaró, lo reconoció, lo avaló. Por otra parte, el país y el pueblo venezolano lo vivió, a través de un periodo de crecimiento económico, inclusión y justicia social.
Era el país, donde lo extraordinario se hizo cotidiano. Los números y resultados están allí para el escrutinio y la conciencia de todo el país. Bastante trabajamos nosotros para tener una gestión transparente, abrimos la otrora “caja negra” para que todos los ciudadanos, y sobre todo las generaciones futuras, pudieran valorar el trabajo que se hizo en este periodo extraordinario.
Yo siempre lo he dicho, nosotros solo tendremos que rendir cuentas de nuestro trabajo al pueblo. No en la hoguera de inquisición del madurismo ni de la extrema derecha. No en la picota a donde han llevado al propio presidente Chávez, donde, cual Herodes, han asesinado el sueño de todo un pueblo.
Nosotros no solo fuimos capaces de derrotar el sabotaje petrolero del 2002-2003, recuperar a la empresa de los destrozos, terribles consecuencias operacionales y mil millonarias pérdidas que sufrió PDVSA por las criminales acciones desarrolladas por la “Gente del Petróleo” para sabotear la empresa, paralizarla y forzar el derrocamiento del gobierno del presidente Chávez, sino que la refundamos para crear la Nueva PDVSA, la PDVSA del pueblo, la Roja Rojita.
En aquellos días de inicio del mes de enero de 2003, con PDVSA saboteada, sólo producíamos 23.000 barriles día de petróleo, y las refinerías habían sido paradas, sus equipos y sistemas dañados, no había gasolina, ni gas, no exportábamos petróleo y sufrimos una pérdida directa de 17.000 millones de dólares.
Pero no fue un incapaz quien se puso al frente de las operaciones de rescate, fue Chávez. No fue un equipo de improvisados los que acudimos al llamado de la patria, fuimos los miembros del Grupo “Colina”, profesionales, conocedores del sector, con temple, capacidad y, sobre todo, profundo compromiso patrio los que asumimos el compromiso patriótico de diseñar y ejecutar las operaciones de rescate.
Nadie estaba haciendo grupos, ni negocios, ni había otros planes. Nuestro único plan era al lado del pueblo y del país, estar con el Comandante Chávez. En abril del 2003, ya estábamos en 3 millones de barriles día de producción, se reactivó la producción de gas, levantamos las refinerías, abastecimos al país con la gasolina, diésel y GLP, los combustibles necesarios para su funcionamiento.
Durante todo ese año restablecimos nuestros sistemas de control operacional, automatizados, nuestras exportaciones y nos replanteamos la relación de PDVSA con el Estado Venezolano, el pueblo y el país.
Ya no sería más una empresa petrolera por encima del Estado venezolano, de espaldas al país, al pueblo, con un pensamiento antinacional, instrumento del interés transnacional en el país, y una elite prepotente y corrupta que había entregado nuestro petróleo a través de la nefasta apertura petrolera, de los años 90 del siglo pasado.
Fue entonces el momento, iniciando el 2004, de pasar a la ofensiva Bolivariana. El Estado venezolano, la Revolución Bolivariana, con el presidente Chávez al frente, iniciaría la más importante y dramática batalla por la conquista de nuestra Plena Soberanía Petrolera, cuyo objetivo primordial era poner, por primera vez en nuestra historia, el petróleo al servicio del pueblo.
Nos correspondió a nosotros, y nuestro equipo de trabajo, avanzar en el complejo proceso de ajustar todo el sector y a todas las trasnacionales en el país al marco de nuestra Constitución y Leyes. Se dieron extraordinarias y exitosas batallas por retomar el control y las operaciones que habían sido escamoteadas a PDVSA durante el proceso de entrega en la Apertura, durante su privatización.
Se crearon las empresas mixtas, se nacionalizó la Faja Petrolífera del Orinoco, se revirtió completamente la Apertura Petrolera, se enfrentaron juicios Internacionales, campañas permanentes en contra de la empresa, de sus trabajadores, que incluyeron sanciones. Nada nos detuvo.
Los resultados fueron contundentes y a favor del pueblo: se logró restablecer el control del sector estratégico del país, de todas las operaciones petroleras, nuestra soberanía económica, nuestro ingreso petrolero, más de 487.000 millones de dólares para el Fisco Nacional, para su desarrollo, para la economía, para su infraestructura, para las Misiones, para el desarrollo social, para restablecer los equilibrios y la justicia social.
Lo más importante es que se creó una entidad, un poderoso grupo humano, los trabajadores de la Nueva PDVSA, que se convirtieron en alfareros de un nuevo país, constructores, educadores, profesionales, revolucionarios, mejores seres humanos, al lado del pueblo, para resolver sus problemas y necesidades, hacer una Revolución, ayudando al Estado Venezolano a restablecer su autoridad en la conducción de nuestros asuntos.
Así le entregamos PDVSA a Maduro en agosto de 2014. Una empresa, la quinta a escala mundial, pujante, entusiasta, comprometida con el país, capaz y muy trabajadora. Un empresa que producía en ese momento 3 millones de barriles día de petróleo, que atendía todas las necesidades del mercado interno: gasolina, diésel, gas, que exportaba 2,5 millones de barriles día de petróleo y productos a todo el mundo, una corporación líder, capaz de manejar tan complejo negocio y atender todas sus responsabilidades con el Estado venezolano, una empresa nacional, con 181.000 millones de dólares de activos, 85.000 millones de dólares de patrimonio y más de 130 mil hombres y mujeres, trabajadores, entusiastas patriotas.
PDVSA le dio, por primera vez en su historia, una presencia internacional, beligerante, propia, soberana al Estado venezolano. Venezuela era un país que se respetaba. Un buen ejemplo para los pueblos del Mundo.
Esto fue así hasta que Maduro y el madurismo, se empeñaron en tomar el control de la empresa para ponerla al servicio de sus mezquinos intereses de grupos, su propio plan, del que siempre se sospechó y se mencionaba como el “chavismo sin Chávez”: el madurismo, el desastre que tenemos ahora.
Acabaron con la empresa y hay que decirlo, a PDVSA le cayeron encima todos los que hoy acompañan a Maduro en la dirección de este desastre de gobierno, ese grupo de poder que ha destrozado al país. Personajes que esperaban la muerte del Comandante Chávez para, por fin, entrar a la empresa y repartirla entre ellos, pasando por encima de los trabajadores y del interés de todo un pueblo: Nicolás Maduro, Tareck El Aisamí, Jorge Rodríguez, Delcy Rodríguez, Asdrúbal Chávez, Tarek William Saab, Simón Zerpa, Erik Malpica, Manuel Quevedo entre las caras visibles y con más responsabilidad en el desastre en PDVSA.
Convirtieron a la Junta Directiva de PDVSA en un archipiélago de intereses personales, grupales, económicos. Introdujeron, como nunca antes, operadores económicos, verdaderos gángsters en las decisiones y operaciones de la empresa.
Persiguieron a los trabajadores, desplazaron de la conducción a los cuadros técnicos-políticos responsables durante más de 12 años de las operaciones de la empresa, utilizaron a algunos exdirectivos, luego expresidentes y exministros, para sus propósitos subalternos, para dividir a los trabajadores y luego los humillaron, les pagaron con cárcel, secuestro, descrédito y muerte.
Llenaron a la empresa de militares, Guardias Nacionales, personas sin experiencia, policías, funcionarios de la Alcaldía de Caracas, todo tipo de oportunistas. Con un profundo desconocimiento y desprecio por la empresa, se dedicaron a demoler todos los procesos, procedimientos, operacionales, financieros y gerenciales
Personas que hasta la llegada de Maduro al poder eran quienes le cargaban los maletines o le administraban el edificio de cancillería, comenzaron a decidir los pagos, a bloquear las operaciones, a desviar dineros para otros propósitos, para masivos actos de corrupción.
Utilizaron a la empresa para consolidar su poder, satisfacer sus necesidades, apetitos, establecer redes de poder con factores privados. Eso que llaman Bolichicos, viejos y nuevos empresarios, dueños de medios, contratistas, operadores de negocios ilegales y todo tipo de negociantes, incluyendo factores de la oposición, lo que podemos llamar la “oposición burundanga”.
Toda la actuación del madurismo en PDVSA ha sido ilegal, irresponsable, improvisada, contraria al interés nacional y lesiva a los intereses del pueblo. Tendrán, tarde o temprano, que rendir cuentas por sus desafueros.
Bloquearon, por desconocimiento, intereses económicos y por simple indolencia, procesos fundamentales de una actividad operacional que no puede suspenderse. La operación continua de nuestra industria petrolera requiere un promedio de 100.000 contratos cada año que maduro decidió que “él” revisaría en Miraflores como absurdamente lo anunció en una de sus “razzias” contra la industria.
La persecución y desplazamiento de los cuadros político-técnicos de la empresa, gerentes y trabajadores, vinieron acompañadas por una campaña de odio en contra de los trabajadores, la acusación generalizada e interesada de “corrupción”, la doble moral, el doble discurso.
Con ese argumento se desató un verdadero estado de terror dentro de la industria, se instaló el miedo, la vigilancia, el maltrato, despidos, atropellos, violaciones de derechos laborales, presencia de organismos de inteligencia, hombres armados dentro de la empresa, grupos protofascistas de vigilancia y persecución que hicieron de los otrora espacios de discusión y trabajo, democrático y participativo, espacios del silencio, de desconfianza, del miedo.
Los trabajadores petroleros, la FUTPV, otrora organizaciones vibrantes, hoy siguen secuestradas por la elite madurista que nada tienen que envidiar a la élite adeca de los tiempos de Carlos Ortega. Se han ido más de 30.000 trabajadores de la empresa, pero a estos señores del madurismo no les importa, como no les importan los casi 4 millones de venezolanos que han dejado la patria. Un daño irreparable.
El colapso de la empresa vino acompañado también por el desmantelamiento de nuestra política petrolera, la entrega de la Plena Soberanía Petrolera. Lo hemos denunciado permanentemente, lo seguiremos haciendo pase lo que pase, el Decreto 3.068, los “Contratos de Servicios Petroleros”, las cesiones y entregas de activos, operaciones y competencias del Ministerio de Petróleo y PDVSA a entidades privadas, nacionales y extranjeras, ha sido un acto ilegal y burdo. Entregaron la Faja Petrolífera, el gas de la Patria, privatizan PDVSA, degollaron la gallina de los huevos de oro, y los grandes beneficiarios son los amigos de maduro, el madurismo y su círculo de poder, sus amigos internacionales. No hay excepciones, todos participan de la rapiña.
Los números son inocultables, los efectos también: entre el 2014 y 2019 la producción de petróleo ha caído desde los 3 millones de barriles día a solo 700.000 barriles día según el último informe de la OPEP de mayo de este año. Se han perdido más de 2 millones de barriles día de producción, que, a precios actuales del mercado, significan una pérdida de 117 millones de dólares cada día, es decir más de 40.000 millones de dólares al año. Solo por la incompetencia del madurismo al frente de PDVSA.
Áreas emblemáticas, como la Faja Petrolífera del Orinoco que en diciembre de 2013 producía 1.250 millones de barriles día de petróleo, hoy produce solo 240 mil barriles día, mientras los muchachos de la Faja llevan ya dos años presos-secuestrados, y nuestras Empresas Mixtas fueron entregadas a chinos y rusos.
El occidente del país, Lago de Maracaibo y Costa Oriental, que en diciembre de 2013 producían 864 mil barriles día, hoy solo produce 270 mil barriles. Mientras se llevaron presos-secuestrados a toda la Dirección de occidente y le entregaron las operaciones a los bolichicos en Petrozamora. En Oriente entregaron todas las áreas de PDVSA a los privados en los llamados “contratos de servicios” de Quevedo, han cedido los campos emblemáticos que recuperamos con Chávez; en 2013 producimos allí más de un millón de barriles día de petroleo, hoy no llegan, privatizados y todo, a 234.000 barriles día.
Han entregado el gas, han cedido equipos, taladros, áreas de PDVSA para que los privados se hagan cargo del saqueo. Las instalaciones están desmanteladas, abandonadas. Esto es lo que está pasando realmente en PDVSA.
Las actividades de comercio, venta de petróleo, la hacen los privados amigos de Maduro y los Rodríguez, los que pagan las cuentas de los sobrinos, lo hacen de acuerdo a sus propios intereses. Desmantelaron la oficina de Viena y con ella las ventas de petróleo con fórmulas de precios, la fiscalización. Ahora volvimos a los descuentos groseros del 30%, 40%, a los tiempos de la entrega. Ahora se vende solo petróleo mezclado o fuera de especificación porque los Mejoradores de Jose están fuera de operación. Se llama DCO y se vende con descuentos de hasta un 40%, lo venden los “traders”, los privados, porque ya PDVSA no vende petróleo, sus buques están paralizados, abandonados en cualquier puerto por falta de pagos, por negligencia.
Las refinerías están paralizadas o a mínima capacidad operacional. El Palito hace tres años, Puerto La Cruz, desde marzo del año pasado, Cardón fuera de operación este año y Amuay no llega al 30% de operación. No reciben petróleo, no producen combustibles. Los gerentes patriotas, con conocimiento y experiencia, están presos como si fueran delincuentes. Jesús Luongo, por ejemplo, sigue secuestrado. Por eso no hay gasolina.
La situación de caos en el suministro de la gasolina es de exclusiva responsabilidad de maduro. Algo así jamás sucedió durante nuestra gestión. El caos de hoy día no tiene antecedente, ni siquiera cuando el sabotaje del 2002-2003, porque en aquellos días, aunque no había combustibles, el gobierno de Chávez, lo reconoció, nosotros le explicamos al pueblo lo que estaba sucediendo y cómo lo resolveríamos, se administraba el suministro a los sectores importantes de todo el país, garantizando la movilidad y no solo en Caracas. No se hacía política de tuiter. Ahora PDVSA declara que la escasez de gasolina es un “fake news”. Fariseos, ¡indolentes! Asuman su responsabilidad. Han acabado con el sector de refinación nacional, ahora se importan los combustibles que, hace tan solo unos años, producíamos en el país.
Es por lo mismo que no hay gas para el pueblo. El GLP no se está produciendo más en el país, Entregaron el gas de la patria y abandonaron al pueblo con su bombona al hombro. Cuando maduro anunció su “sacudón” en el 2014, decretó con aspaviento teatral la “intervención” de PDVSA Gas Comunal y ahora esta no existe más. Todo lo que toca maduro se seca.
Esta situación de caos y destrucción de PDVSA, por cierto, ya se presentaba antes de ninguna sanción norteamericana. Nosotros podríamos haber sorteado estas situaciones aun con sanciones como lo hicimos en el 2010. Pero lo hicimos con Chávez, no con este gobierno incapaz.
Mientras el madurismo busca una y otra excusa, responsables, conspiradores, sigue persiguiendo y reprime cada vez con más ahínco y maldad, sobre todo a los Chavistas. Ahora se han ensañado contra el Mayor General Rodríguez Torres y su entorno cercano, sus afectos. Es el caso de Rocío Ramírez, detenida-secuestrada por los organismos de inteligencia, sometida a todo tipo de abusos y violencia. Nadie responde por ella, al mejor estilo de las dictaduras.
Mientras la destrucción de PDVSA es ya evidente para todos y avanza la violencia del madurismo desesperado, los factores de extrema derecha, los aventureros del 30 de abril, acechan para dar el zarpazo final a nuestra soberanía petrolera.
Ahora tienen la excusa perfecta, se las dio el mismo Maduro, ahora culpan a Chávez del desastre de Maduro en PDVSA y en el país. Que ironías de la política, que injusticia con la memoria y obra del presidente Chávez: el gobierno de Maduro, autoproclamado “hijo de Chávez”, le pone a la extrema derecha el país en bandeja de plata.
Por eso insistimos, a Maduro se le acabó el tiempo. Los sectores patriotas y progresistas tenemos que actuar de manera decidida para detener este desastre y evitar el advenimiento del fascismo. Las colas seguirán, el caos será peor, mientras maduro siga al frente del gobierno. La extrema derecha solo ofrece entrega y violencia.
Solo una Junta Patriótica de Gobierno, la unión cívico-militar, los patriotas, los trabajadores, seremos capaces de rescatar PDVSA, restablecer nuestra Plena Soberanía Petrolera, para volver a utilizar al petróleo como un instrumento de liberación de nuestro pueblo, y ahora, de la reconstrucción de la Patria.
La publicación de este artículo se hizo originalmente en el sitio de Internet https://www.rafaelramirez.net/articulos/la-ruina-de-pdvsa/
PUBLICADO: 27 de mayo de 2019